Un cuaderno y una tarde

Todo lo que tengo es un cuaderno y una tarde: imágenes de un rostro, los ojos que me miran mientras escucho y hablo; me miran para ver el fondo que los mira y me muestran su fondo, sin querer, sin saber lo que me muestran.
Sé que hay algo oculto y envuelto por palabras que descubro ahora: sus ojos me lo cuentan. Sé que se lo expreso de alguna forma también con mis ojos, porque el diálogo se produce siempre entre los ojos, a pesar de los disimulos y los desvíos de mirada, incluso más en esas ocasiones; pues los ojos no podemos manipularlos, afortunadamente; pero sí deseamos huir de lo que saben y descubren algunas veces.
Son testigos incómodos que nos sacuden de las mentiras que nos contamos todos.
Muchas veces vemos más allá de las palabras, pero eso que vemos nos perturba tanto, nos aterra y rompe los esquemas de lo que pudo ser y no fue, de lo que debería ser o desearíamos que fuera; tememos tanto hallar aquello que llamamos verdad y nos causa tal pánico, que nos mentimos y dejamos de pensar, porque ¿cómo podríamos sostener nuestra vida si aceptáramos lo que sabemos e intentamos olvidar o fingir que lo ignoramos?
Preferimos tranquilizar un poco nuestra tribulación aferrándonos a la locura de "ocurrencias de otros o nuestras", pero "soto voce"sabemos, o sin voz sabemos…, sin embargo, nos administramos un paliativo de sucedáneo de verdad para considerar lo bien que estamos o la suerte que tenemos de ser y vivir como somos y vivimos.
Vivir en la superficie, me pregunto si eso es una vida o una pérdida de la vida, pero así somos los humanos: una especie que evoluciona muy lentamente como tal y que puede evolucionar o involucionar individualmente.
La libertad siempre  nos ofrece la opción y el trabajo consiguiente.
Nos gusta ver casos de evolución evidente. Diría que nos llena de alegría y esperanza; pero cuando nos toca tomar las medidas para llevar a cabo esa tarea en nuestra vida, entonces la heroicidad que hemos admirado en otros…
Quizá por eso la evolución es tan lenta.

Isabel, 13-3-16




Mientras la noche

Mientras la noche
descansa en el seno de sí misma
y mi palabra encuentra tu silencio en el silencio,
como una madre recoge en su regazo
las confidencias silenciadas,
escucho tus palabras nunca dichas.

Escucho el silencio en tus palabras,
te oigo y sé de tu voz y timbre,
sé de tus palabras
y sé de ti, de tu alma limpia
que sobre el agua eleva
su mirada y esperanza;
como si fueran caminos,
las estelas sueñan
trazar imaginarias rutas
hacia el sur de una línea imaginada.

La lluvia lava vidrios con su rostro más húmedo,
a la noche inquieta:
luces y estruendos alternan su presencia
ahogando silencio y voz
desde algún misterioso lugar.
Escucho a la noche y tu silencio en tu palabra.

Isabel, 12-3-16


Mirando tu mirada

Tan cerca de mí, tan próximo…
sentir tu piel en mi piel
mirando tu mirada en mis ojos
viviendo el latido de lo bueno;
sé de tus tardes con las fugaces notas, 
envuelto en sus juegos,
como ráfagas 
que esquivan su permanencia
y huyen con sus alas 
de ritmos y cadencias
por escalas de luz 
y perlados inspiradores y poéticos.
Todo está iluminado por este amor que siento
tan profundo, feliz, completo…
bebo de tu sonrisa y mis labios  sonríen,
tus manos, mis manos
y su aterciopelado código
lleno de ternura y misterio.


Isabel, 8-3-16