Palabras de lluvia

Millones de palabras –algunas repetidas, sinónimos múltiples, ánimos variados de transparencia y brillo, de sabores diversos y múltiples orígenes–,  abren caminos durante toda la tarde. Han sido madrugadoras y se han avanzado un poco a las previsiones. Llegan mansas y compañeras unas de otras,  copiosas, abundantes. Parece como si hubieran necesitado mucho tiempo para su formación, para llegar hasta aquí, y ahora, ya sabias, ya conocedoras de todo lo que han aprendido y llevan en su seno, nos  abrazan y atraviesan, como regalo y presente. Están serenas y atentas, desbordadas de entusiasmo de sí mismas, tantas y tantas, acumuladas como ausencia durante demasiado tiempo.
Todos las esperábamos. Son transparentes y fluidas, eficaces y fértiles; verdaderas protagonistas de la tarde entera. El mar se anega en ellas, y ellas llegan desde no se sabe dónde, desde donde estuvieran recogiendo datos, aprendiendo modos, llenándose de contenido y de fuerza, de inteligencia y objetivos claros, preparando su cuerpo para volver a transformar la vida.
Las recibo alborozada y agradecida. Me sentía huérfana de ellas. Silencio de tardes y sequías ingratas que agostaban mis esperanzas; pero aquí  están, las infinitas palabras, como un orbe nuevo y floreciente penetrando por el cielo y trayendo sus mensajes de flores y nuevos brotes, de adioses a lo viejo y desmañado. Llegan y son jardines ya, primaveras crecientes y presentes serenos y confiados. Por eso escribo aquí algo de lo que ellas me transmiten.
Ellas tienen muchísimas más palabras y además contienen todos los idiomas posibles.
Qué maravilla ser parte y todo, serlo del todo y siempre.
Una se admira de tanta belleza a nuestro alrededor y es que las palabras son musicales, amantes de la música íntima y auténtica, de esa felicidad de saberse en el lugar adecuado siempre.
¡Me siento tan plena de sus mágicos mensajes…!
Son palabras de estreno de nuevas ideas y ciclos. Vienen hablando de lo unánime del cielo y de muchísimos asuntos que todos deberíamos meditar mientras las recibimos y agradecemos su presencia. Traen entre sus historias mucha pesadumbre, pues las palabras también viven sus emociones y contextos diversos; pero hay que entender que ellas recogen la experiencia de los lugares que recorren. Son palabras de lluvia, de tierras antiguas, que viajan, y huyen esquivas, y van y vuelven…
En sus constantes viajes se transforman y aprenden. Nunca traen mayor ocupación que llenar de su esencia y cuerpo la vida, mientras visitan y se integran en cualquier latitud.
Hoy agradezco que mi alrededor se haya sembrado de  esta fértil transparencia e intimidad musical.

Isabel 29-09-12

Apuntes sobre la timidez

Hay diferentes formas de vivir y de aceptar el hecho de la vida y también distintas formas de intervenir en la realidad próxima.
Hay personalidades expansivas, expresivas, afirmativas, dóciles, espontáneas, retraídas, introvertidas, recatadas, reflexivas, observadoras, impulsivas…
Podríamos seguir buscando y hallando diferentes matices que dividieran en múltiples agrupaciones las posibles formas de crear una personalidad concreta, pero me gustaría escribir algunas palabras de gratitud hacia la timidez.
La timidez, en su expresión primera y espontánea, es decir, antes de que haya conseguido ser disimulada en mayor o menor grado por el sujeto que es poseído por ella, contiene una delicadeza y sensibilidad extraordinarias, que no suelen valorarse suficientemente ni por quien la posee ni por su entorno.
Siempre que distingo a una persona –tenga la edad que tenga–, que es tímida, siento que camina por la vida como de puntillas. Es como si deseara no molestar ni modificar con sus palabras o sus actos una realidad que le acoge y le sobrepasa, un mundo que le parece impredecible y ajeno, en ocasiones, a su sueño, de ahí  su temor a intervenir en él.
Los tímidos son seres cuya intimidad y amor por lo sutil aparece a primera vista y resulta muy llamativo y paradójico para quien los trata y observa; pues la timidez desearía esconderse, volverse invisible a los ojos ajenos.
Los tímidos llevan la timidez, como una pancarta, desplegada en sus ojos. Y sus ojos siempre hablan del profundo respeto y afecto por la belleza y del temor a que ese milagro, que es la vida y su frágil belleza, se rompa por su acción o por cualquier motivo cercano a sí mismos. Sus ojos hablan de la fragilidad y del amor, de ahí el miedo a los actos, del respeto a la inacción y del temor a una condena posible ante el error.
Sus miradas acarician con dulzura la realidad que les sale al encuentro. La mirada de las personas tímidas siempre nos ofrece aspectos sutiles de la vida y su intimidad.
La timidez lleva en su esencia el miedo al error y el amor a lo bello de una forma más explícita que otras personalidades, porque no hace falta que hablen o declaren esos principios; están grabados en sus ojos. Todos podemos leerlos antes de que articulen una palabra.
No es igual ser tímido que pasar vergüenza o sentirse inseguro. Tampoco es lo mismo ser tímido que ser pasivo o femenino. La timidez posee al tímido, no es algo que se pueda manipular o utilizar para resultar más o menos atractivo. Al tímido le delatan sus ojos.
La timidez lleva como sello la sensibilidad y el amor, el temor profundo y el respeto sagrado a la vida que se sueña y se desea contemplar.
La timidez implica la visión precoz del caos y de la fealdad y el temor a ser uno de sus agentes o sufrir los embates de esa fealdad.
Quizá por eso, algunos tímidos envuelven su sensibilidad  de un orgullo que busca esconder su profunda herida. El tímido posee un sentido profundo de la belleza y también de la fealdad.
Es su sensibilidad especial, propia de un virtuoso, la que le lleva a ser el ejemplo concreto de una conciencia y deseo de belleza más allá de la apariencia superficial.
Respetar y admirar esa sutilidad que ofrece la presencia de la timidez en la vida puede convertirse en un regalo, pues nos plantea un aprendizaje de libertad de ser y de tiempo de adaptación y confianza distintos a los habituales. Por otro lado, podemos desarrollar nuestra admiración por la belleza y delicada ternura que  la timidez irradia.
Algunos tímidos rechazan su condición y la envuelven de apariencias que con el tiempo aprenderán a desechar, si quieren sentirse en paz con su propia naturaleza.

Isabel 25-09-12

Principios, vivencias

Reconocerse en los ojos del otro, saberse albergada en un cariño que sus pupilas envían, como caricias y besos silenciosos, traspasando cualquier duda, cualquier temor… Sentir ese impulso seguro y preciso, como guía inequívoca de los actos, como amigo inconfundible y fiel, siempre al servicio de lo mejor de una misma, de lo mejor del otro. Sentir la esperanza y la fe siempre al lado, alentando actos, ilusionando pasos, estimulando la creación de la nobleza en el vivir. Permanecer fiel a la belleza y a la búsqueda de la poesía en la vida diaria, a pesar de todo. Hallar el amor en la ausencia, descubrir el gozo de su hallazgo y reconocimiento. Aceptar el sentido en el vacío, lo pasajero en lo crónico, la eternidad en el tiempo. Aprender a aprender. Aprender a vivir ofreciendo. Recibir con gratitud y alegría, sin que las heridas lastimen hasta el punto de olvidar la belleza que el tiempo ofrece generoso. Experimentar la confianza en el sentido interno de lo que toca vivir…
Isabel, 25-09-12

Sábado de septiembre


Más lejos de los ruidos cercanos 
que alejan y entorpecen
la oscura transparencia de los sueños,
sonidos inaudibles pueblan el éter:
hojas y flores, como presencias atentas, 
escuchan concentradas
sus órdenes gozosas de existencia.

Los hombres dirigen sus faros,
como aullidos penetrantes, 
sobre los ojos, 
obligados a una ceguera blanca 
mientras cabalgan por los lomos grises
de un asfalto que crece como lombriz oscura, triste…

Las horas funden mar y tierra en la transparente noche.

Los mapas dibujan claves e imaginarias vías 
en sus líneas, por donde el aire es roto
cada día por destellos veloces de fulgor y plata.
Junto al mar, la brisa sala con su boca 
húmedos besos en los rostros que sueñan 
castillos de arena en su verano en sombras.
Aromas y mezclas salpican 
de notas alegres las luces de crepúsculos ocres. 
La nostalgia se aproxima entre las distendidas horas.

Isabel  8-9-12

Silencio

A veces, el silencio
es silencio tan sólo,
nada más él y yo,
nada más él y tú.
Silencio en ambos,
sin otra cosa en medio
que el infinito espacio
de eternidad y paz
que el silencio permite
y crea y regenera…
Silencio, nada más.
Memorias vívidas
suspiran en el mar 
que desea ser cielo
y me envuelve 
en su salado seno,
se eleva y me lleva
en sus cristales húmedos
atravesando mares
y recorriendo cielos
hacia las nuevas olas
de oscuridad y silencio.
Tu aliento nutre mi inspiración,
son tus ojos mis guías
conductores de sueños.




Isabel 1-09-12