Fragancia de una tarde

Comencé a escuchar tu silencio
como fragancia de una tarde.
El tacto del aire acallaba mis miedos.
Admiré la gracia del jardín
y sus amores de blancos pétalos.
Comprendí que era tu modo de aceptar el tiempo
a su paso por los espejos de la forma.
La invisible fuente brotaba en su eco
mientras las horas vivían sin prisa
una humedad callada.
Aprendí a distinguir las creaciones
que emanaban de la dulce transparencia de tu ser.
La ciudad ofrecía las tardes
de un verano que buscaba sombras.
Me inspiré con tu presencia en mí
formando mis palabras.
Los días crearon sus cielos;
la ciudad tendía puentes
para olvidar sus ríos,
para soñarse cielo sobre el agua
de cualquier atardecer.
Florecieron palabras y silencios,
infatigables rosas
por los jardines nuevos.
Confié en ti.


Isabel, 24-11-10

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