De tus labios brotaron palabras y canciones,
tu voluntad era firme; fácil, su florecer.
Navegábamos juntos por paisajes de mar
y el corazón cantaba
sin que nada torciera las razones del ser.
Podíamos escuchar
silenciosos latidos, vivos y acompasados.
Sentí nuestro alrededor
lleno de una verdad, sencilla y renacida.
Cantaba el aire todo,
dibujando en las velas,
con curvas y promesas,
el azul de sus sueños;
abrazaba con suavidad
las formas de sus lienzos,
que se erguían sumisos,
como bandera blanca
de paz y de concierto.
La primavera eterna se expresaba extasiada
y sólo los relojes, con los que el tiempo
mide su paso, perdieron su función.
Se apaciguó el anhelo, se demoró la vida...,
ya todo porvenir era presente pleno.
Isabel, 30-04-11
Isabel, 30-04-11
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