Sé que buscas en el cielo
señales nuestras:
misterios intangibles que se transmiten
en el silencio abierto
de las trasnoches hondas.
Siento cómo me esperas,
cómo llamas al aire para que me acaricie,
para llegar a mí y rodearme con invisibles velos
antes de que abrazarte pueda.
Te envío versos y besos
creados desde mis labios,
en mi silencio,
con mi alma a solas;
vuelvo a recrear los versos que creamos juntos,
nuevos y siempre dulces,
los besos que nos besamos,
sin palabras que oculten y dificulten,
que demoren y confundan
la plenitud inefable de su existencia.
Esa mirada intensa
transforma el mundo,
canta nuestra alegría
en los jardines de brisa y mar,
y es que sentimos, al descubrirnos,
nuestra alma alborozada
y con su ritmo en los ojos,
guía nuestro corazón.
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