Anochecía…

Anochecía… 
exudaba el mar en el regazo del aire
su perfume blanco.
Se aproximaba la hora
en la que el cielo contagia su silencio
a nuestro mundo,
que se envolvía en niebla;
ascendían suspiros del mar
al cielo, íntimo y callado…

Te recordaba mi piel desde su tacto,
te llamaban mis ojos y mi voz,
te acompañaban mis pasos
por los espacios que sentía
iluminados de alegría
al sabernos amados.  

Caminaba…

Rítmicos latidos trazaban
sus onduladas olas,
rizos blancos y silencios, 
como pétalos de espuma y misterio
…se fundía la tarde en noche.

Caminábamos…

Sonreían mis ojos entre las sombras
que cielo y mar tendían para todos.

Isabel, 26-4-15

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