–¿Has visto la luna esta noche? Está preciosa. Es una dama cósmica, con su velo de nubes tenues, como si estuvieran tejidas con gasa. Viaja de incógnito. Dorada, llena y generosa… Se parece a ti.
–¿Cómo dices?
–Sí. Me recuerda a tu deseo de permanecer invisible ¿Verdad que la luna no puede conseguirlo, verdad que siempre hay alguien que la ve y la contempla?
–Qué cosas tienes. Me había asustado al principio.
–Sí, también se parece en la generosidad y en la luz, porque hoy es cálida.
–¿Y en lo de preciosa?
–Del todo.
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