Recuerdo y olvido

Se acercó en silencio. Ella lo creyó posible antes de que sucediera. Había notado su interés especial, como si se despertara en él algo muy profundo y quizá olvidado hasta ese momento. Lo había visto de soslayo. No quiso fijarse; pero lo supo, incluso antes de que ella se moviera para mostrar aquello, algo en ella la había incitado a poner ese documento, así que, cuando él se acercó, no le extrañó.
Adolescente, casi niño, se expresaba con dificultad, como si no supiera hablar bien, como si no tuviera conocimiento suficiente del idioma. Era muy joven, pero reconocía en él al viejo y experimentado por dentro.
Pensó que la adolescencia era una etapa difícil para algunos; para otros, casi imposible.  El rostro de la muerte había rozado su corazón y lo había envejecido súbitamente. Se preguntó qué tarea tendría aquel jovencísimo-viejito, elegido para pasar a otra dimensión y salvado o depositado de nuevo en esta…
Consideraba que la vida nunca actuaba a tontas y a locas. Todo tenía un sentido, aunque quizá los hombres –desde su personalidad y desde su visión terrestre del vivir–, no lo comprendieran; pero, en la vida,  cada ser estaba relacionado no solo con su historia presente, sino que historias anteriores afectaban y ayudaban o frenaban la experiencia individual. El vivir era algo complejo, mucho más complejo de lo que a esa edad adolescente pudiera imaginarse. Los aprendizajes, múltiples; los aciertos y errores nos sobrevivían.
Le preguntó si conocía a alguien. Dijo un nombre. Ella respondió que no.
Era un niño todavía y seguramente consideraba que aquellos pensamientos del documento eran tan poco habituales que debían ser privativos de dos amigos o tres como máximo– pensó ella sonriendo por dentro sin que se perturbara su rostro atento ante la pregunta–, niño singular, experimentado en lo más trágico– pensó para sí misma. Entonces, él añadió algo, como para sí mismo, pero esperando que ella lo oyera y comprendiera,  era algo sobre la memoria y el olvido.
Nada especial había sucedido y, sin embargo, él la informó de algo privado, íntimo,  que le permitió comprender el punto extraordinario  y de extrañeza que su curación había despertado a su alrededor y en sí mismo. Ese nombre había tenido algún papel importante en su curación,  en el aplazamiento de su despedida.
El piano es lo que más le gusta desde que volvió a la vida, según contó un día.

Isabel

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