La belleza permanece indemne,
nunca se agota, jamás se acaba;
cambia en su expresión y forma,
viaja por las edades,
camina por los tiempos,
se anima con la brisa,
discurre por el aire y atraviesa las nubes,
pasa y permanece en su vibrante luz
despertando con ella la conciencia del alma;
nunca se agosta su verdad eterna,
transforma con su luz el rostro de la vida,
apacigua y envuelve con cariño el generoso esfuerzo;
es flor y germen;
refleja en sus espejos la brillantez del sol,
la transparencia azul del cielo sobre el agua;
la irradian las estrellas en su canto y misterio;
su esperanza traza caminos verticales
y la noche la expresa en su oscuro silencio.
Isabel, 8-02-13
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