Reflexiones y anticipaciones

Me gusta reflexionar sobre la vida y lo que observo. Procuro aprender de ello y aplicarme lo que aprendo, tras contrastar mis motivos y mis actos con lo que veo a mi alrededor, y mi máxima es que lo que me parece mejor, más honesto y fiel a mi sentido del bien, es lo que yo debo aplicar para mejorarme y mejorarla, pues considero que todo comienza dentro de uno mismo.
Hace poco observé algo que me hizo reflexionar y, desde luego, consideré que, por fortuna, me hallaba alejada de esa vivencia que en otros tiempos también conocí. Después he ido comprobando que se puede aplicar a muy diversas edades y circunstancias, de forma que parece que el tiempo juegue un papel precursor y humorístico para nuestra propia existencia. Sí, en cada uno de nosotros se halla todo un universo con sus variaciones y mezclas. No todo es tan fácil, claro y limpio como deseamos creer, ni tan desinteresado, ni tan elevado, ni tan desprendido, ni tan valiente, ni tan generoso...
La verdad es que el miedo nos juega muy malas pasadas. El miedo nos derrota y amarga la vida. Nuestro propio miedo. No necesitamos enemigos. En nuestro interior se hallan esos fantasmas que nos dominan y derrotan cuando más descuidados y confiados estábamos o cuando podíamos comenzar a tener algo de confianza en nosotros y en nuestro poder en nuestra vida.
Me pregunto si esto que ahora escribo me servirá como anuncio de alguna otra cosa o sólo es una reflexión más o menos neutra, más o menos desapegada que ofrezco aquí para quien desee meditar con ella, es decir, para mí misma.

Isabel 28-12-11

La libertad y los riesgos: autoeducación

Algunas veces arriesgamos algo nuestro, que resulta ser muy íntimo, sin saberlo más que a medias –según acostumbramos a decirnos más adelante, no porque no lo supiéramos, sino porque preferimos no pensarlo, aunque lo temamos– y, cuando eso que hemos de alguna manera barruntado, sucede, nos lamentamos y rasgamos nuestras vestiduras, como si jamás se nos hubiera pasado por la imaginación ese riesgo y, en contradicción constante, decimos que, en realidad, nosotros no queríamos o temíamos llevar a cabo dicho acto, pero que nos convencieron los otros, que sí,  que ellos lo tenían más claro.


Nada es verdad ni es mentira: son momentos, enfoques, vivencias, así vamos aprendiendo qué arriesgamos y deseamos de verdad en mayor proporción en nuestra vida y aprendemos a valorar la prudencia, por ejemplo, u otras virtudes.


Veía el lamento de alguien por haber  sido juzgado y calificado de algo que en realidad no era y, compadeciendo su situación, me preguntaba: ¿ por qué ese deseo de confundir al otro o de jugar a ser lo que no se es si en realidad no se quiere ser? ¿qué atractivo tiene llevar a cabo actos que responderían a una conducta tipificada como propia de alguien que ha perdido algo que nosotros no deseamos perder ni en parte? Y, sin embargo....


Uno que bebe y se emborracha puede ser calificado en ese momento de borracho, aunque habitualmente no lo sea, pero en ese momento está jugando ese papel, está interpretando ese riesgo. Sí, hay actos que deberíamos meditar antes de ponernos manos a la obra, sobre todo cuando son muy temerarios para nuestra propia consideración personal.  Nadie se molestará si, medio en broma medio en serio, a una persona que ha cocinado un buen plato le llaman cocinero; pero hay otras profesiones que no tienen una valoración  social ni personal tan positiva y, parecen tentar siempre, como el filo de una navaja...


El equilibrio entre libertad y respeto tiene gran importancia en la vida individual y colectiva –pensaba dialogando con las imágenes y gestos que mi memoria próxima traía entre las horas de esta tarde.


Isabel 22-12-11

Saludo de bienvenida

Mi gratitud a aquellas personas que se hayan encontrado con este blog y hayan decidido leer algo de su contenido. La verdad es que esa es la principal finalidad de su existencia: dar a conocer algunos de los textos que he ido escribiendo a lo largo de los años. Es una forma más de constatar, en mi propia vida, la facilidad en la comunicación cordial entre los seres humanos.
El acto de escribir exige la soledad y el encuentro con uno mismo. Cuando el texto se da por terminado, al menos en mi caso, deseo compartir eso que, en el proceso de formación y ejecución, me ha transformado de algún modo y también me ha hecho feliz. Soy consciente de que lo que cuente no aportará nada nuevo al conocimiento del ser; pero eso ya todos lo sabemos. 
El hombre siempre habla de sí mismo y de sus relaciones, de las causas, de sus orígenes, de sus objetivos...
Las voces nos recuerdan siempre aquello que no debemos olvidar, sea cual sea la época y el lugar.
Gracias por vuestra atención.
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Deseo que encontréis alguno que coincida con vuestro gusto e interés.
Saludos cordiales. Hasta siempre. Isabel