Envuelta, abrazada por la lluvia,
criatura única naciente,
se adhiere la piel a la piel.
El suelo es cielo, uniforme gris
fundiéndose en su encuentro,
espacio y centro de su fuego.
Todo el alrededor estalla:
besos y versos tamborilean
sobre la tierra seca, sedienta…,
silban su danza con el viento
las hojas y su destino.
Acuerdo sonoro en el silencio,
desnudez y artificio:
el agua permite la aparición del fuego,
ríos de cenizas viajan
desde jirones de sequías.
Los tiempos se disuelven.
31-5-14 Isabel
Despertar a la incipiente luz,
al tiempo y su promesa, a saberte en ti mismo,
a llevarte conmigo en mi corazón y sueños;
despertar y sentirme plena con el día,
sabiendo de tu piel, de tu caricia próxima,
de momentos de juegos, de risas y verdad;
despertar y saberte siempre nuevo y tú mismo
en cada aliento, en mi mirada atenta,
en lo que permanece siempre igual y distinto;
despertar y respetar ese silencio íntimo:
tu sueño, tu relajado rostro, tu corazón tranquilo
con mi amor en mis ojos;
despertar y vivirte en lo que nunca cambia
aunque lo que contemplo siempre sea distinto;
despertar es amarte: natural y sencillo.
Isabel, 1-02-2014
Y la tarde fue alejándose
y renacía plena de novedad la noche,
con el aliento profundo de la vida
construyendo en sí
la hondura altísima de latidos,
de soles lejanos y enigmáticos,
de propósitos nuevos y eternos,
de inciertos nacimientos y finales…
Sentí que tus ojos me guiaban
por los senderos de íntimas palabras,
con sus jardines florecientes
y fragancias constantes renovadas;
atravesamos parajes de sombras alegres y espesura,
caminamos en silencio
por los cantos de brisas y sendas abiertas al azul,
el mar cantaba sus canciones solitarias.
Me gusta
cómo estrechas mis manos y me abrazas
mientras sucede el tiempo.
Isabel, 10-09-2013