(Etenir - Clarinete y piano)
Clarinete alado,
tímido hálito fluido,
silfo anunciador del alba,
en las sombras de misterio,
el piano, voz delicada,
sueña contigo en el aire
la melodía sutil
de un eterno amanecer
entre melismas de encaje.
Como transparencia y bruma
reveláis ambos la vida:
luz que disuelve la noche
del olvido y la quietud.
Inspiradas emociones
se propagan por el bosque,
impregnan el verde dormido,
desperezan la nostalgia
que se albergaba en sus brazos.
Todo el espacio es dulzura.
Juntos llenáis de color,
entre juegos de oro y agua,
un mundo que estalla en luces.
Deleitándose los árboles
mecen su erguida presencia
revelando su esperanza,
prisionera de ese espacio
en un fuego que es deseo,
sumo gozo y placidez de sus frondas.
El devenir se abre incierto:
cruzan las sendas estrechas
el dominio vegetal,
como líneas de la mano.
Pero vuestro cuerpo es aire
que engarza y une las notas
en su viaje entre los átomos
y la piel de filigrana.
Esta mañana reciente
se recrea la belleza
de los sonidos del bosque.
¡Plenitud!¡ Feliz concierto!
Queda cautivo el entorno,
extasiado en el lirismo,
en la inocencia profunda
de vuestra fe en lo intangible,
en vuestro amor y deseo.
Textura de magia y arte
luce en el ámbito íntimo.
Mas la alegría es volátil
y el instante, huidizo.
El recuerdo es ya nostalgia.
Abrazados piano y tú,
llegan las notas finales.
La despedida es presente.
Fluye en los lentos compases
la corriente hacia el silencio.
Vértigo de lo efímero,
del adiós de eternidad.
Es el tiempo del sintiempo.
El aire inhala silencio.
En el alma,
vibran acordes suspensos:
espejismos de sonidos,
ecos que pueblan vacíos:
espíritus de bosque y luz.
Isabel
… precioso, delicado y reconfortante poema; leerte es un gozo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
JM