Rostros y cambios


Los rostros se contagian del entorno. Se unifican, se vivifican, se contraen, se expanden…
No siempre el ritmo es el mismo y tampoco, sus resultados, que , frecuentemente, resultan paradójicos, contradictorios en su avance.

Todo va avanzando; aunque, en ocasiones, parezca que se repite una y otra vez lo mismo. El crecimiento interno necesita su tiempo y para cada uno es distinto. Todo va desarrollándose, transformándose, mejorando… 

El conocimiento puede derivar en sabiduría, ese es el objetivo; pero puede demorarse hasta lograr ese mayor y más profundo saber integrado, llevado en sí sin esfuerzo, convertido en virtud natural, que sólo valorarán los otros, no el sujeto que la posee, pues para él resulta natural, sin esfuerzo. Nada recuerda de su evolución en ese aspecto. Es un regalo, aparentemente gratuito, como el que se encuentra con una inteligencia superior a la media.

El conocimiento y sus exámenes y disposiciones, son oportunidades, posibilidades abiertas. Uno elige, acaba eligiendo siempre lo que es, en lo que piensa, siente y lleva a cabo.

Visto así, nada tiene demasiada importancia aisladamente; pero todo contribuye significativamente.

La mañana deriva en mediodía, luego llega la tarde y, por fin, la noche concluye ese ciclo; pero la conducción y condición de las primeras va contribuyendo a la realización de calidades muy variables en las últimas.

Estoy dialogando conmigo, pero también lo hago contigo. Tú y yo somos lo mismo, y te voy descubriendo mientras escribo, y comprendo a quien escribe y a quien recibe, de forma que somos muchas más posibilidades que dos; aunque sólo escribiera para un lector en sucesivos tiempos. 

La conciencia va brotando y, en este caso y ahora, lo hace en ambas zonas: escritura y lectura; brota, se desarrolla y desaparece; no deja más rastro que una señal imperceptible, tal vez…, aunque siempre es huella, paso, roce… 
Quizá, en ocasiones extraordinarias, nos transforme totalmente. 

Es como si hubiera un tesoro que se va descubriendo poco a poco, paso a paso, a medida que la luz penetra en ese recinto en el que se halla escondido, y esa luz nunca terminara de llegar hasta dentro de ese espacio oscuro, pues algún tipo de elemento: cansancio físico, mental, emocional o capacidad de integración y comprensión del mismo o de sus claves, acabará por influir en una desconexión en esa comunicación especial. 

Hay que aprender a aprender y aprender a esperar. Ser humildes y pacientes forma parte de las condiciones para que la luz nos visite de nuevo.

Isabel, 10-8-2012

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