Sábado de septiembre


Más lejos de los ruidos cercanos 
que alejan y entorpecen
la oscura transparencia de los sueños,
sonidos inaudibles pueblan el éter:
hojas y flores, como presencias atentas, 
escuchan concentradas
sus órdenes gozosas de existencia.

Los hombres dirigen sus faros,
como aullidos penetrantes, 
sobre los ojos, 
obligados a una ceguera blanca 
mientras cabalgan por los lomos grises
de un asfalto que crece como lombriz oscura, triste…

Las horas funden mar y tierra en la transparente noche.

Los mapas dibujan claves e imaginarias vías 
en sus líneas, por donde el aire es roto
cada día por destellos veloces de fulgor y plata.
Junto al mar, la brisa sala con su boca 
húmedos besos en los rostros que sueñan 
castillos de arena en su verano en sombras.
Aromas y mezclas salpican 
de notas alegres las luces de crepúsculos ocres. 
La nostalgia se aproxima entre las distendidas horas.

Isabel  8-9-12

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