En el azul distingo la calidez ligera
de tu luz anunciándose en el espacio
que te alumbra en su promesa.
Te esperan mis ojos.
La tarde es plena;
remueve ondas en sus aguas
con la cadencia de un tiempo
acunado por el sosiego.
Todo es apacible bajo la invisible cúpula.
Tus ojos me sonríen
desde tu intimidad más honda,
penetran en los míos y hablan,
hablamos sin palabras.
Te escucho y me uno a tu voz
y nuestro canto
viaja por el perfume de flores
que encuentra en su viaje
por la tersura del aire que nos alienta.
Juntos seguimos el ritmo
del cielo y del río en sus espejos.
Las formas se deslumbran,
chispas y guiños renacen en la brisa
que viaja por sendas y caminos
bordeando con su ritmo de tarde
las horas de esta ciudad hacia el crepúsculo.
Isabel, 30-12-14
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