Paso a paso se despide… y regresa.
Como si se hubiera abierto una grieta
y manara fluida su razón hacia la sombra
y su razón fuera un río
por el que caminaran sombras y desgarros
de formas, perfiles y recuerdos;
como si cada acto y gesto
fuera una parte de ese río,
fuera un llanto que se abre paso
por fugaces y temblorosos cauces;
como si el rostro deconstruyera sus funciones
diluyéndose en sus pasos,
deformando sus formas,
cavando nuevas grietas
que ubicaran sombras
entre vacíos súbitos;
como si cada instante libraran su batalla
– su pulso insobornable–
el silencio y la voz;
como si el silencio
fuera ya esa voz inexorable
que va llegando,
llenando timbres, voces y cantares;
como si ese río uniformara,
llenando de ausencia,
cada despertar, cada adormecer.
…Sólo los latidos marcan el dolor.
Isabel 3-5-12
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