Algunas veces sólo,
tan sólo…algunas,
algunas bocanadas de temor son suficientes:
algunas bocanadas de temor son suficientes:
nada conoce ni puede ver,
sino ese espacio incierto en que la luz
es derrotada y se hunde
y se hace ausencia.
El abismo se torna plenitud
y fagocita el hálito de vida
que unía la voz y la esperanza.
Sólo entonces,
sólo entonces desciende,
tan súbito
como la nada
tan súbito
como la nada
abismándose en la nada,
y ya la rendición es dueña;
de pronto,
de pronto,
sin saber cómo ni por qué,
sin más méritos que la derrota ya ganada,
como trofeo llega
–relámpago amistoso de lúcida belleza–,
ilumina la soledad con su poder y calma,
y con su canto
orea el aire renaciendo en la nada;
su calidez colorea de armonía los pasos
de una ausencia confusa,
la rescata y le muestra
la voluntad de ser
y de nuevo la luz se transforma en su casa.
Isabel 27-4-12
No he podido evitar, al leer el poema, visualizar y sentir los movimientos de las olas: cuando se repliegan abismándose hacía sí mismas y cuando de nuevo irrumpen en la playa, como "trofeos, renaciendo en la nada". He sentido, al leer el poema, que en nosotros habita, en esencia, ritmo del mar y su cadencia: su eterno vaivén, su eterno retorno. Constituidos por un tanto por ciento increíble de agua, no nos es dado sustraernos a los efectos de la pleamar, ni evitar ser arrastrados hacia los rieles de la luna cuando nos lleva la bajamar.
ResponderEliminar¡Gran poema! Gracias!
Un fuerte abrazo,
Inés