Anocheciendo

Penetra el crepúsculo por ventanas y puertas
y se unifica todo;
un silencio de alcoba
se extiende por el espacio que habita presencias
y redescubre las noches tibias, 
los días claros y dorados,
y allí, la vida palpita y crea,
se experimenta sin espera.
Cuando la tarde se aleja de sí 
para fundirse en noche,
–ignora por qué–
nuevos sonidos se presentan:
notas que caen en la alfombra,
como apremios imposibles, 
se dividen y florecen,
se escapan por resquicios y grietas
para elevarse
por viajes que improvisan en las ondas,
irradian sus transparentes cuerpos ligerísimos,
sus timbres combinados con armonías brillantes 
en su aventura de búsqueda eterna.
Virtuosas notas,
apasionados tactos de belleza indagadora,
que sanan heridas abiertas
en lamentos y silencios de un vacío
pleno de muros;
vuelan y viajan siguiendo su condición primera:
libres de expectativas, crecen, son y manifiestan.

Isabel, 14-02-2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario