Oigo alborear el día…
el canto del sol ilumina sus frutos;
como meciendo al tiempo,
tararean tus labios
mientras trazas sendas y mares,
prados creados con flores y notas,
con sílabas y texturas de armonías
que elevan sus delicadas transparencias
hacia lo alto,
como ofrendas que el aire ofrece a la luz,
y sonrío al verte así,
solo y lleno
de la totalidad del Todo,
absorto, embebido
en esos profundos mares altos,
por los que navegas.
Isabel, 17-1-16
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